En la esquina de la calle Genaro Jaramillo y Riofrío, Gerardo Coronel, un hombre de 92 años se encuentra sentado y con mirada fija en las afueras de su hogar, una casa blanca de un solo piso con tejas marrones y puertas de madera desgastada con los años. Es su hogar desde los años 30 que llega a vivir en Sangolquí.
Cada mañana, desde que deja de trabajar con el médico municipal, se levanta a las 8 para ir a la Plaza Central a comprar “El Comercio”. A pesar de sólo leer los titulares, esta rutina que la adquirido es una excusa para salir a pasear por las calles del Cantón y conversar con algunos viejos amigos que visitan el Parque Juan de Salinas.
Cerca del medio día regresa a su hogar, y tras haber leído las primeras líneas de las noticias que le llamaron la atención del periódico, las deja junto a las demás unidades desde hace 32 años.
Gerardo Coronel |
Tras haberle pedido que me cuente detalles importantes sobre la cantonización de Sangolquí. Me dice que hubo gestores que propiciaron en esta etapa importante en el Cantón, como el señor Teodoro Arrieta, quien visitó Sangolquí como Jefe de la Oficina de Telégrafos.
Al verse atraído por el clima y la hospitalidad de la gente, ofrece a los pobladores un abogado para que ayude de manera gratuita con todos los trámites de cantonización.
Esta noticia se corría por las calles de la parroquia, y el entusiasmo de las personas se reflejaba en la representación de Humberto Tinta, Mariano Guayasamin y Amable Pérez, quienes se reunían por primera vez en la sala de la Oficina Telegráfica para recoger firmas de apoyo, y conformar un Comité, que se mas adelante se trasladarían a la capital para presentarse ante el Jefe Supremo de la República, General Alberto Enríquez Gallo, quien tenía que considerar el objetivo de elevar a Cantón la parroquia que en ese entonces pertenecía a Quito.
Coronel hace una pausa y le da tiempo a su memoria para que no le falle, “El proyecto era cantonizar todo el Valle, pero algunos barrios no quisieron pertenecer al Cantón, como Amaguaña, Conocoto y Alangasí. Sin embargo, había que improvisar otras parroquias y se crea San Pedro, San Rafael, Cotogchoa y Rumipamba para completar el programa de parroquias”.
Sin embargo, este no fue el único inconveniente que los sangolquileños tuvieron para la cantonización; porque cuando todo parecía estar marchando bien el abogado que había ofrecido Arrieta, comunica al comité que apoyaría al pueblo, pero que sus servicios tendrían un costo. Como no podían cubrir el valor que les pedía, hicieron una nueva reunión, esta vez en la casa del señor Rafael Rojas ubicada cerca de las oficinas de telégrafos. Pero al no encontrar una solución para cubrir el pago al abogado, el proceso de cantonización se vio obligado a pararse momentáneamente.
El 12 de febrero de 1938, quince días después de la última sesión, los miembros del comité reciben una noticia alentadora. En la ciudad de Quito se realizaba un desfile encabezado por los sangolquileños residentes en la capital, con la colaboración de aproximadamente 1300 personas, entre obreros de la Central de Trabajadores y el Sub Comité Femenino, que se crea en Sangolquí para apoyar al objetivo por el que se estaba luchando y ayudar a recolectar dinero para cubrir los gastos del abogado, presidido por la señora Jesús Cevallos.
Pocos días después se logra restablecer el proceso de cantonización y se concreta que el 8 de abril se llevará a cabo un desfile para recibir al General Enríquez Gallo, quien visitará Sangolquí por primera ocasión. Se tenía la participación de las escuelas, sindicatos, obreros de la fábrica Chillo Jijón, la fábrica de cigarrillos El Progreso y de la población que trabaja en las haciendas de los alrededores. Dándose por primera vez lo que más adelante se conocería como el desfile del chagra, debido a la cantidad de montados que se hicieron presentes ese día.
Gerardo Coronel me explica: “A partir de este evento nace el primer desfile del chagra, organizado por el señor Luis Mejía, mayordomo de Inés Gangotena, y el señor Honorio Rodríguez; quienes salieron a recibirle al General Enríquez en caballos convocando a todas las haciendas de la parroquia. Este recibimiento se inició en San Rafael y en lo que recuerdo fue una verdadera fiesta”.
En el mes de mayo, después de la bienvenida que se le ofreció a Enríquez Gallo, el comité presentó la solicitud de cantonización con unas 3000 firmas de respaldo. Estos ayudaron para que el Jefe Supremo considere llevar a cabo la cantonización y nombrar una comisión para que se traslade a Sangolquí y estudie el proceso.
Fue así que el 22 de mayo, fecha que recuerdan todos los miembros del comité, el General regresa a Sangolquí. Esta vez fue recibido con una de las mejores y más grandes festividades, llena de regalos, elogios, e incluso a la calle principal se le da el nombre de Avenida General Enríquez, con el fin de comprometer la firma que permita cantonizar a la parroquia. La misma que se logra conseguir 9 días después de la última visita del Jefe Supremo.
Desde ese entonces en la memoria de los habitantes sangolquileños que vivieron en esa época y ayudaron a la cantonización de la parroquia, se conmemoran cada 31 de mayo como el aniversario de Rumiñahui; nombre que se le da una vez elevada su categoría a Cantón, haciendo honor al héroe indígena que fue símbolo de resistencia y valentía.
Sangolquí se convirtió en una de las parroquias principales de ese cantón.
A partir del año 38 y ya nombrado Cantón Rumiñahui, se establecen las primeras autoridades, elegidas a través de elecciones populares. Esas dignidades recayeron en el señor Ángel Almeida como Jefe Político, y en Luis Acosta, José Salas, Gabriel Larco, Moisés Salazar, Antonio Sosa, Manuel Hidalgo y Aurelio Salazar como concejales.
“Fue un año de muchas glorias donde nacieron grandes personajes que quedaron inmortalizados en la historia del cantón y de otros tantos que quedaron en el anonimato”, manifiesta Gerardo Corones al despedirse con un fuerte apretón de manos.